lunes, 28 de abril de 2008

Sin exclusividad

Hay algo que mucha gente teme: llegar a un sitio vestido con determinada ropa y ver que alguien te ha copiado. En el periodismo pasa algo parecido. Lo más fastidioso es cuando uno lanza una exclusiva y ve con incredulidad como los de la competencia dan lo mismo. Lamentablemente, esto sucede cada vez menos, puesto que las exclusivas son cada vez más patrimonio del pasado. La más sonada de los últimos años fue, a mi juicio, la del viaje de Carod a Perpignan para hablar con ETA, que como bien sabéis firmó ABC.
Tal y como sucede con una ‘scoop’, las entrevistas corren el riesgo de desindividualizarse, y a no ser exclusivas de un solo medio. Eso duele, porque, al menos por un día, uno aspira a que su entrevista, su encuentro con la persona escogida, sea único. Y es que con una entrevista se suele crear una intimidad que lleva al periodista a mostrar cierta empatía con el entrevistado. A fin de cuentas, el mérito de que la pieza periodística sea de interés es compartido: uno por responder con criterio y huir de las veleidades, y el otro por plantear preguntas interesantes.
Todo esto cada vez parece, como las exclusivas, abocado a desaparecer. La profusión de medios de comunicación, hace que el tiempo del protagonista deba repartirse y fraccionarse. Eso provoca lo que he observado en las últimas semanas, cuando, en un mismo día, varios periódicos publicaban una entrevista a Fernando Alonso, o el pasado sábado, que La Vanguardia y El País coincidían en publicar una entrevista en profundidad al escritor Richard Ford con motivo de su nuevo libro. Imagino la cara de los periodistas responsables al verlo. Después de tanto trabajo, de traducción y de documentación, su pieza es sólo una más en una montaña de papel. Ello provoca, pienso, que se rompa la magia creada entre dos personas que hablan, porque el periodista ve con la angustia del celoso que no ha sido el único.

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De reojo: El Barça es juga la temporada avui a Old Trafford. ¡Som-hi Barça! Com dirien a Italia, Forza Barça. Vinci per noi.

miércoles, 23 de abril de 2008

Entrevista a Elisabet Pedrosa

Cuando Gina empezó a vomitar Elisabet Pedrosa no le dio más importancia. Son cosas de niños, pensó. Cuando la situación fue a más, empezó a preocuparse y fue al médico.

Hoy, unos años después, se sabe que Gina padece el síndrome de Rett, una enfermedad que paraliza el proceso de maduración de los pequeños –sobretodo niñas- y que, a la práctica, les imposibilita andar, hablar o ser autónomas. De ahí los vómitos: de repente, su cerebro se había vuelto incapaz de dar la orden al hígado de digerir.

Para dar difusión a la enfermedad y obtener fondos para la investigación, Pedrosa escribió Criatures d’un altre planeta, un libro-diario en que explica de forma cruda los avatares del síndrome de Rett. El pasado lunes atendió a los micrófonos de LaVanguardia.es.

Aquí lo tenéis: http://www.lavanguardia.es/lv24h/20080423/53457431677.html

Foto: E.T.
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De reojo: Hoy es Sant Jordi, uno de los mejores días del año en esta ciudad. Hoy todo vale, rosas para las princesas y libros para todos. Puede haber consumismo pero me da igual, es nuestra fiesta y la estamos exportando a todo el mundo. Sant Jordi 1 – San Valentín 0.

jueves, 17 de abril de 2008

La esencia siciliana (I)

Un parón en la bitácora bien vale una buena excusa. La de El Caminante no es otra de haber pasado los últimos cinco días en Sicilia, la más grande isla del Mediterráneo, y feudo, desde hace 2.000 años, de romanos, griegos, normandos, árabes, aragoneses, italianos y mafiosos. Quizás son estos últimos lo que, desde el silencio, ejercen una mayor influencia en la región.
La capital de la isla es Palermo, donde viven cerca de 1 millón de personas (Sicilia tiene 5 millones de habitantes). Como mucho ya sabréis es una ciudad que se puede definir como caótica, un caos del que el tráfico realmente infernal es responsable. En Palermo no existe el silencio. Las bocinas de coches y motos se mezclan con el estruendo de motores y con los gritos de sicilianos que saludan a sus respectivos. A ello se mezclan la anarquía de conducta: allí donde haya asfalto puede haber un vehículo en movimiento, puesto que se aprovecha cualquier resquicio para avanzar unos metros. A todo aquél que suelte el tópico de que Barcelona o las grandes ciudades son una locura les invito a visitar la capital siciliana. Lógicamente, muchos de los vehículos que invaden las calles palermitanas se mueven a gran velocidad, sobreocupados y, en el caso de las motos, con conductores sin casco (y probablemente sin papeles en regla ni seguro)

El caos del asfalto se une al caos de la red urbana. El centro histórico se forma de un tejido abigarrado de calles, sucias, con edificios ajados y en algunos casos semiderruidos. Esta estampa se debe tanto al paso de los años como a los bombardeos que sufrió Palermo durante la II Guerra Mundial, hace más de 60 años. Además, esta situación se une a los hábitos de los sicilianos, proclives a montar mercados callejeros que aquí no pasarían ningún control de sanidad y dejar los restos del festón allí mismo. En estos sitios de aprecia el latir de la ciudad, con la intensidad cromática que dan los alimentos esperando comprador, los vendedores mostrando sus productos y los gritos de aquellos que quieren colocar su género. En los mercados de otras ciudades puede pasar algo parecido, pero como Palermo es Palermo, sólo en ella puedes ver un Pony en medio de una callejuela infecta, o ropas secándose en tendederos que se apoyan en dos edificios a cada lado de una calle.

¿Entonces, se debe cambiar a costa de perder la esencia? Para un palermitano sería un buen avance, porque sin duda mejoraría a nivel de higiene y calidad de vida. Para un visitante, sin embargo, una Palermo renovada sería más de lo mismo, y le impediría viajar a lo que años atrás fue un auténtico pueblo del Mediterráneo.

Fotos: E.T.
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De reojo: El caos de la ciudad es un ejemplo palmario de por qué sorprende Palermo y por qué está tan alejada no sólo de Roma y Milano, sino de Bruselas. Trataré el tema en posts siguientes.

lunes, 7 de abril de 2008

No fuimos geeks

Una de las reflexionas que he oído recientemente me ayuda a entender el éxito de los blogs: decía que lo bueno de las bitácoras es que, al estar tan segmentadas, son pequeñas áreas temáticas. Así pues, hay tantas como secciones encuentras en un periódico: deportes, política, internacional, sociedad, economía, etc. Y ya dentro de estas secciones, las hay destinados a temas más específicos: política de Murcia, esgrima, partidos políticos de Zimbabue, economía doméstica and so on.

El caso es que accediendo a uno de estos blogs tienes una visión bastante pormenorizada de un tema porque, a diferencia de lo que sucede en un medio de comunicación, lo firma un experto/entendido, autodidacta o no, que lo hace por que quiere. De este modo, a veces, el seguimiento de un blog ayuda a sus lectores a aprender sobre determinados ámbitos y/o conocer algo que le era ajeno o lejano.
De este modo he cultivado mi saber en los últimos meses. El pasado sábado hicimos una Catosfera tamaño bolsillo. A ella asistieron los autores de los blogs de los que he aprendido cosillas últimamente: Cròniques de Guillem Carbonell, (autor homónimo y organizador de la trobada); Lola como mola (Sílvia Cobo); Marcús (Marc Roca), Quotidianitats (David Rodríguez); Dando Guerra (David Guerrero), y un servidor.
El encuentro blocaire sirvió para poner cara y ojos a quien hay detrás de estas bitácoras, y para conocer nuevos blogs a los que era ajeno. Al principio fue raro porque ninguno de nosotros nos habíamos visto antes, pero sí leído, que ya es mucho. Poco a poco fueron surgiendo los temas, siempre relacionados con el mundo bloggero. Pese a que el motivo que nos unía era algo nacido de y para Internet, es necesario subrayar que no había ningún geek en la mesa ni ningún de lo que ahora se llama freak de los ordenadores, lo que demuestra que no todo lo que sale de la Red de Redes son rarezas. En Internet se crean también redes sociales, unidas por intereses comunes. Esta que se reunió en [el marco incomparable] de l’Ateneu tenía como nexo su interés por volcar y compartir en su pequeño espacio pequeñas dosis de conocimiento.

Foto: Guillem Carbonell
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De reojo: Hillary Clinton pierde a su asesor Mark Penn, lo que creo que significa el final de su carrera política hacia la Casa Blanca.

viernes, 4 de abril de 2008

Viaje al corazón del Imperio

Recientemente, ‘El Caminante’ se desplazó a Madrid donde disfrutó de un magnífico fin de semana. Me gusta Madrid. Ya me gustó las veces que la conocí hace un tiempo y me gustó este último viaje. Es una ciudad diferente de Barcelona, pese a que, en términos generales, hay una correspondencia entre sus barrios y los nuestros. En este sentido, diría que Gràcia, alternativa y subversiva, sería Malasanha; Pedralbes, ‘high’ y clasista, sería Salamanca; el Born, ‘fashion’ y rompedor, sería La Latina; el Raval, mestiza y cosmopolita, sería Lavapiés; Nou Barris, obrera y popular, correspondería a Vallecas. Y así muchas más. Se aceptan más comparaciones.
Decía que es diferente por la actitud de sus gentes. Me sorprendió la multitud que había en las calles de Madrid a todas horas. En Barcelona –y en España en general- vivimos la calle a plena intensidad, pero lo de la capital es superior a lo que vemos aquí. Me chocó ver muchos bares del centro llenos a rebosar a todas horas. Lo curioso del caso es que la gente no comía ‘entaulats’ (sentados) como decimos en catalán, sino que estaban de pie, cerveza en mano, fumando, charlando y gritando. Me recordó a las fiestas populares, cuando, a altas horas de la noche, los cubatas ya hacen de las suyas.
De Madrid también me gustó sentir su áurea mítica. Dicen que mucha gente conoce Nueva York sin haberla pisado en su vida sólo por haber visto toda la filmografía de Woody Allen. Madrid podría ser algo similar, pero los lugares míticos son, para un plumilla como yo, lugares tan dispares como los Ministerios, el Congreso de los Diputados, el Senado, o el Santiago Bernabéu. Son lugares que para un lector de prensa empedernido suenan casi familiares, puesto que siempre protagonizan cuantas crónicas o líneas lee u oye. Un lugar así, además, tiene, a mi juicio, cierta atmósfera de poder. Es allí donde se deciden las cosas que, en nuestro rincón peninsular, tanto o tan poco nos afectan.

Foto: E.T.
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De reojo: Feo queda decirlo pero en mi periplo capitalino estuve tan cerca del Santiago Bernabeu que no pude hacer otra cosa que no fuera erigirme en adalid de los culés y escupir a tan infecto escenario. ¡Força Barça!