Croacia también quiere ser UE

Este artículo lo firma un servidor tras un viaje informativo a Croacia representando a La Vanguardia.

En medio de los intensos debates que suscita la entrada de Turquía en la Unión Europea, Croacia se prepara para lograr su adhesión en torno a 2008, un hecho que supondría el ingreso en la UE de uno de los países con una participación más activa en la guerra que desintegró la antigua Yugoslavia en la década de los 90. Un conflicto que, según indica el primer ministro croata, Ivo Sanader, “bloqueó en seis o siete años a Croacia”. Algo que no padeció la vecina Eslovenia, miembro de la Comunidad europea desde 2004.


La entrada del país balcánico no tiene fecha definida debido a la parálisis que atenaza a Bruselas con el rechazo a la Carta Magna de Holanda y Francia hace ahora una par de años. Así lo reconoce Vladimir Drobnjak, jefe del Equipo negociador de Croacia con la UE y ex embajador de su país ante Naciones Unidas, quien asegura que “el proceso [de adhesión] es ahora más difícil y estricto debido a que la UE se encuentra en un periodo de reflexión”. Para el diplomático, la entrada de Croacia en la Unión significaría un hecho “importante para la región y un ejemplo para los demás países”. Esta opinión es compartida por el premier Sanader, que añade que los escollos con los que su país se encuentra no los padecieron Bulgaria o Rumanía, que se unieron a la UE el pasado 1 de enero.


Drobjnak es el jefe de un equipo dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Integración Europea que cuenta con 13 personas que dirigen otros tantos equipos que se ocupa de los 35 capítulos o condiciones mínimas que Croacia debe cumplir para optar al ingreso. Sinisa Petrovic, profesor de la Universidad de Zagreb y encargado de los capítulos de Derecho Social, Libre circulación y Propiedad Intelectual, dirige unos de estos 13 grupos, capitaneados por gente procedente de la política, de las finanzas, de ONG’s, o, como en el caso de Petrovic, de la universidad. Por ello asegura que “esta mezcla de personas funciona mejor”. Esta comisión se reúne semanalmente con el Primer Ministro y está presidida por el jefe de la oposición.

















Ante la sede del Gobierno croata, tras entrevistarnos con el primer ministro Ivo Sanader


Semejante consenso pretende demostrar que el proceso de adhesión de Croacia a la UE es un proyecto de estado, que cuenta con la anuencia de todo el parlamento croata. En la calle el apoyo es, tal vez, menos intenso. Las continuas encuestas para captar los deseos de la población indican que alrededor de un 52% de los croatas apuestan por la adhesión, mientras que un 30% se muestra totalmente en contra. Fuentes del Ejecutivo de Zagreb explican que el porcentaje de apoyo no es fijo, y recuerdan que una vez se bajó hasta el 40% de ciudadanos de favorables al ingreso en la UE, un hecho que achacan a la decepción que genera el no vislumbrar un sí definitivo de Bruselas en un breve lapso de tiempo.



Problemas a resolver

Petrovic defiende que Croacia puede formar parte del espacio común europeo porque, según él, “no tenemos problemas con el mercado porque somos pequeños y estamos más desarrollados que otros miembros”. Una percepción en buena medida compartida con la Comisión Europea, que, sin embargo, ha subrayado que Zagreb aún mantiene ciertos problemas estructurales a resolver. Uno de ellos es la reforma de la administración pública. En este sentido, el Jefe de la Delegación de la Comisión Europea en Croacia, el embajador alsaciano Vincent Degert, define este cometido como “un proceso duro”, porque, según explica, un país necesita una administración de calidad, que, sin embargo, no puede igualar los salarios que se ofrecen en el sector privado, razón por la que muchos profesionales abandonan el funcionariado público.


Otro elemento que necesita una reforma urgente es la justicia. Actualmente, en los juzgados croatas se acumulan los casos sin resolver, en una proporción muy superior a la media europea. Asimismo, muchos de los jueces en activo ocupan su cargo durante años ya que forman parte de una dinastía dedicada a la magistratura. La UE aboga por una apertura de plazas, y una unificación de las pequeñas cortes presentes en muchos de los pueblos del país. Por último, Degert señala otra lacra que padece este país balcánico (epíteto que por razones geográficas y psicológicas no es del agrado de muchos ciudadanos). Según el embajador, la corrupción ha estado presente en la política croata, a pesar de que desde el Gobierno se han lanzado, sin excesivo celo, campañas y leyes para atajarla. Uno de los miembros del Partido Socialista de Croacia, Daniel Mondeker, añade que “la percepción de la población es que la corrupción está en todas partes”, sobre todo aquella que hace referencia a las recalificaciones urbanísticas en la zona costera y turística próxima a Dubrovnik.

Puerto de Dubrovnik, que fue pasto de los bombardeos serbios el 6 de diciembre de 1991

Degert no olvida señalar otro problema latente en la vida croata como es el retorno de las 300.000 personas pertenecientes a las minorías que fueron desplazadas por la última guerra de los Balcanes. Esta situación implica que cada año se registren alrededor de 25 incidentes de naturaleza étnica, como son la quema de tierras o el lanzamiento de piedras contra iglesias ortodoxas (religión que profesan los serbios). Degert subraya, no obstante, que ahora la policía investiga con mayor celeridad estos altercados que años atrás. Este deseo de rebajar tensiones casi atávicas tiene su reflejo también en el Parlamento, donde el democristiano Sanader gobierna en coalición, por primera vez en la historia de Croacia, con el partido representante de la minoría serbia.