sábado, 30 de julio de 2011

Mucho más que un loco

Una semana ha pasado desde la matanza en Oslo y la isla de Utoya perpetrada por un loco llamado Anders Behring Breivik. Varios testimonios de supervivientes han explicado hasta qué punto llegó su irracionalidad ya que no sólo disparó a bocajarro a decenas de jóvenes, sino al parecer también sus cadáveres y les disparó cuando intentaban huir a nado. Todo ello sin obviar su maquiavélico atuendo de policía que le sirvió para ganarse la confianza de las víctimas.

Estamos pues ante un loco, un hombre fuera de sus cabales que ha llevado sus perturbadas ideas a la práctica. Sin embargo, el hecho de estar ante un sujeto de estas características no debe impedir hacer un análisis más profundo y ver qué hay tras las acciones de Breivik.
Las ideas que Breivik llevó a la práctica de forma tan violenta no son exclusivamente suyas. Existe en Europa un corriente de pensamiento que opina que el modelo multicultural impuesto en muchas sociedades europeas no funciona y es un riesgo a la convivencia. La prueba más clara está en algunas elecciones llevadas a cabo en países como Austria, Finlandia, Francia u Holanda, donde partidos de extrema derecha han ganado peso en sus respectivos Parlamentos. Su fuerza está en el descontento de muchas personas con unos políticos que abrazan el modelo buenrollista de “todos somos amigos”, ya sea por no ser acusado de xenófobo o por pura inocencia (intuyo que ese el caso noruego/escandinavo como reflejaron las opiniones del Primer Ministro noruego que aseguró que Oslo respondería “con más democracia”).

Sin embargo, la sociedad europea piensa distinto. Cada vez menos gente está dispuesta a compartir su barrio con aquellos a los que considera diferentes y a los que, más que vecinos, percibe como meros invasores. Las ideas de estas personas –que son muchísimas– no se alejan de las del loco noruego, con la lógica diferencia que Breivik mató por ellas.

Es por esto que veo necesario una profunda reflexión sobre los motivos de tal matanza que vaya más allá del considerar a Breivik un simple y aislado psicópata y le vea como un iniciador de algo mucho peor.

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De reojo: El Tea Party está jugando un papel clave en toda la negociación alrededor de la ampliación del techo de deuda de Estados Unidos. Una prueba más del enorme peso que esta formación de extrema derecha está ganando en la política americana. ¿Puede ser este un buen momento para romper el bipartidismo endémico en Washington?

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