martes, 20 de julio de 2010

País de expertos

La actitud de Alberto Contador en la etapa de ayer del Tour de France ha suscitado una amplia polémica, puesto que no queda claro si tras los problemas mecánicos de su rival Andy Schleck debería haberse detenido y esperarle o, por el contrario, lanzar su ataque. Contador hizo lo segundo.

Ante mi desconocimiento de las normas no escritas del ciclismo decidí preguntar en un foro de la La Vanguardia si esa actitud era correcta o no en el mundillo del ciclismo, puesto que es harto sabido que atacar cuando el compañero ha caído o está orinando no es de recibo.

Recibí varias respuestas, aunque de ellas saqué dos conclusiones: una, que nadie sabe a ciencia cierta si se puede atacar o no. Dos, que España es un país de expertos, donde si alguien pregunta es visto como ignorante y todo el mundo puede hacer mejor el trabajo del otro.

Algo parecido sucedió con el tema del Tibidabo y su fallida atracción. Como flores en el campo, en los foros de LV surgieron un amplio grupo de expertos con grandes conocimientos de ingeniería que, según sus comentarios, sabían que la caída del Péndulo era cuestión de horas.

Lamentablemente eso pasa con cualquier hecho relevante. Aparecen miles de personas presumiendo de saber la solución correcta, de haber predicho la catástrofe y tachando de ignorantes a quienes no comparten su fabuloso acerbo cultural.

Esa es la gente de la España que lidia con 4 millones de parados y una deuda galopante. Con la bonanza económica, mucha gente se lanzó a los mercados para, armados con una calculadora y un Excel, invertir en cuantos más sitios mejor. A esta gente le sobrevino y superó la crisis, cuyo tamaño superó cualquier cálculo previo hecho por auténticos especialistas. Lo mismo sucedió con el propio Zapatero, quien apartó de su entorno a todos aquellos que sabían más de economía que él, licenciado en Derecho (Solbes es el ejemplo más claro).

A día de hoy el país pasa por momentos difíciles. No hay soluciones mágicas para arreglar este desaguisado pero está claro que una dosis de humildad y escuchando a quien sabe se avanzará mucho en la buena dirección.

Afp / Joel Saget
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De reojo: Sigo pensando que el papel de la prensa en todo el embrollo del Caso Millet es lamentable. En vez de quejarse, qué investiguen ellos!