viernes, 6 de abril de 2012

Bárbaros aburridos

La Vanguardia publicaba recientemente el típico artículo en que se citan a psicólogos y pedagogos para entender la motivación de los vándalos que arrasaron el centro de Barcelona en la pasada huelga general. Los expertos apuntaron diferentes causas, siendo una de ellas la supuesta falta de oportunidades que gozan los jóvenes en un país con cerca del 50% de paro juvenil. Este es un buen argumento, aunque cabe decir que, entre los violentos, ni todos son tan jóvenes, ni todos son españoles, puesto que algunos vienen de otros países vecinos. Este argumento, además, sugiere que estos vándalos tienen unos ideales y, por ende, unas aspiraciones.

Otro argumento presentado es el de la presunta falta de castigo ante tales hechos. Este es un asunto ampliamente debatido, que el Gobierno va a solucionar equiparando estos actos violentos con la kale borroka, lo que conlleva delito susceptible de ser penado con cárcel.

Mi teoría al respecto es una mezcla de ambas opiniones. El tiempo ha pasado, estamos en 2012 y Franco murió hace casi 30 años. Muchos de mi generación han crecido oyendo historias de nuestros mayores, narrando cómo corrieron delante de los grises. Se hacía esto porque había una falta de libertades, fruto de vivir bajo una dictadura. Una situación bien diferente a la que se vive hoy en día en España, en particular, y Europa, en general. Aquí, con muchos matices aceptables, se vive bien. Casi todos nosotros podemos comer cada día, podemos manifestarnos, salir con los amigos, ir al cine, emborracharnos y fumar algún porro. Esto no es Siria, Libia, Egipto, Sudán del Sur, Rusia o Corea del Norte, por citar algunos países con distintos problemas. En España, la mayoría de gente ha sabido canalizar esta ausencia de un gran enemigo hacia otras vías: sean políticas, o haciendo un sinfín de otras actividades, especialmente de ocio. Pienso que estos vándalos han sido incapaces de adaptarse a una vida normal, en la que cada día hay de esforzarse para sacar las cosas adelante. Estos jóvenes necesitan un Franco, un Al Assad, un Putin o un Kim Jong Il, contra el que ellos vivirían mejor, para llenar vidas vacías. No obstante, hay una pequeña trampa. Aquí en España hasta hace cuatro días la violencia callejera quedaba impune. En estos países mencionados, la pena suele ser capital. Gran diferencia. En este sentido, el vandalismo en las calles de estos países tiene un precio mucho más alto que dudo estos bárbaros urbanos estuvieran dispuestos a pagar si su vida estuviera en juego. Es pues, una manera cobarde de protestar.

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De reojo: Llega la Semana Santa y con ella las imágenes de procesiones, llantos y devoción cristiana. Conviene retener en la memoria estas imágenes cuando vemos a personas de otras religiones en plena efervescencia religiosa. No hay tanta diferencia.