domingo, 28 de diciembre de 2008

Saturday, bloody saturday

El otro día me preguntaba una colega periodista si era buena idea visitar Israel, teniendo en cuenta el aspecto de la seguridad. Yo le dije que sí, que ningún problema. Así lo viví yo cuando visité ese país tan apasionante
Lo sucedido entre ayer y hoy supera todo lo imaginable y cambia mi respuesta. Tras una tregua de 6 meses, más o menos respetada, Israel ha ordenado una nueva campaña de bombardeos a la depauperada Franja de Gaza que ha causado al menos 282 muertos. Las consecuencias de dicho ataque son impredecibles pero conocidas. 
El líder de Hamás ya ha llamado a iniciar una tercera Intifada, lo que significará una contraofensiva islamista en territorio hebreo. Esto conllevará bombas, ataques suicidas, autobuses volando por los aires y sangre, mucha sangre, y muertos, muchísimos muertos.
La cercanía de las elecciones israelíes, previstas para febrero de 2009, parece haber animado al Gobierno judío  a hacerse fuerte, dando por sentado aquel axioma de cuánta más tensión hay y más violencia se utiliza para finiquitarla, más afluencia a las urnas y más votos.
Con todo, la situación en Oriente Medio vivió ayer una nueva jornada de inflexión que puede volatilizar los frágiles y poco sinceros esfuerzos de paz entre la Cisjordania de Al Fatah y el ejecutivo israelí. Pienso que, tristemente, la poca esperanza que había se ha acabado. Cabe ver también qué harán los vecinos árabes que tienen acuerdos de paz con Israel, caso de Egipto o Jordania, o Siria, que parecía haber iniciado un acercamiento sincero. Puede ser que no toleren la desmedida violencia israelí y pasen al ataque. Como telón de fondo, un Obama recién nombrado y haciendo números para reflotar la economía mundial, tendrá su primera oportunidad para demostrar si la esperanza que vendió para el planeta es creíble o no.
Pienso en todos aquellos que conocí en mi periplo israelí del pasado verano cuando sepan que vuelven a estar en guerra. 

Foto: AP / Fadi Adwan
---------------------------------------
De reojo: La prensa ha desechado una tradición bastante divertida de insertar noticias falsas el día de los inocentes. Una pena. Sólo lo mantienen algunos panfletos deportivos.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Un pañuelo que rodea el cerebro

Como un viernes cualquiera, la joven –debería tener unos 20 años– se ha puesto su mejor conjunto y ha salido a la calle, a disfrutar de un viernes noche tal y como haré yo en unas horas. Era una chica moderna, de las de hoy, que diríamos. De su ropa una cosa me ha sorprendido. Para protegerse del frío de Madrid, la chica llevaba un keffiyeh, el típico pañuelo palestino que popularizó Yasser Arafat, difunto presidente de la ANP.
No es la primera vez que veo estos pañuelos por la calle. Los venden en un mercadillo cerca de mi casa, a poco menos de 5 euros y de todos los colores. Parece que están teniendo buena acogida en esta ciudad. Desconozco lo que pasará en otras ciudades, pero me temo que el fenómeno será el mismo. Y es que cuando una moda llega, es como un tsunami: casi nadie está a salvo y casi todos, queramos o no, acabamos sucumbiendo a su fuerza.
No obstante, aunque la teoría está clara, no deja de sorprenderme cómo una moda así se ha esparcido por la sociedad. Recuerdo años atrás como el pañuelo palestino, si bien era en su versión original blanca y negra, era sinónimo de rebeldía, inconformismo y protesta. Significaba una identificación con Palestina en el sempiterno conflicto de Oriente Medio. Significaba, además, la lucha contra la ocupación israelí, en particular y, pienso, contra la ocupación mental a la que se nos quiere someter, en general. 
Pero la moda llegó y una prenda que significaba tanto ha perdido su valor. Desconozco cuál fue la mente pensante que ideó comercializar  el keffiyeh. Quizás fue el diseñador Balenciaga, según dice esta web. Sea como fuera, este es otro ejemplo de descontextualización. Dudo muy mucho que quienes llevan dicho pañuelo sepan de su origen y todo lo que a este trozo de tela se asocia. Puede que no. Dudo que no. Pero el mal ya está hecho. Un keffiyeh ya nunca será lo que era, porque el fenómeno de la popularización ya lo ha adoptado para sí, robándole su significado y convirtiéndole en una cosa plana, típica, alejada de los ideales de libertad que un día simbolizó. Cosas así, nos convierten, a mi juicio, en una sociedad más moldeada, más homogénea y menos libre.

---------------------------------------
De reojo: Final de la primera etapa de la meva estada a Madrid. En uns dies torno a casa, com si fos el turró El Almendro. Tinc ganes de veure el mar.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Un lugar por encima del arcoiris

Israel Kamakawiwo'ole estaba tan gordo que su propio grasa lo consumió. No era muy conocido, al menos por estos lares, siempre y cuando la casualidad no te llevara un día a abrir una web buscando información sobre una niña artista. Al abrir esa página, pronto te dabas cuenta que el arte de la pequeña, sus coloristas pinturas, quedaban minúsculas al lado de la banda sonora de su página en Internet. Rápidamente, no se podía hacer otra cosa que abandonar los planes previstos  y buscar quien entonaba tan hermosa versión de la archiconocida ‘Some day over the rainbow’.

No costaba hacerlo. Mediante Youtube se podía llegar a miles de video de Israel Kamakawiwo'ole, Bruddah IZ (Hermano IZ) en criollo. No es para menos. El estilo de este orondo personaje había cautivado a miles de personas que dejaban sus mensajes en dicha página. Algunos emocionan tanto como su voz.

Kamakawiwo'ole nació, vivió y murió en Hawaii. Tenía 38 años. El día de su funeral, miles de personas se reunieron en la playa para festejar la entrada de IZ a otro mundo. Como dicta la tradición isleña, sus cenizas se esparcieron por las aguas del Pacífico. Qué gran manera de decir adiós. Me quedo con la vela de una pequeña embarcación que aparece en el video. IZ lives, dice. Y es que siempre se vive mientras tu nombre esté en alguna parte.

De reojo: Vamos a seguir muy de cerca lo que está pasando entre India y Pakistán tras el atentado de Mumbai. Son dos potencias nucleares, en una región calentita. No me da buena espina.