miércoles, 15 de octubre de 2008

El muro que ahoga

No es fácil ser palestino y vivir en tu país. Sobre todo cuando por circunstancias de la vida te toca trabajar en Israel, el país vecino. Hacerlo te obliga a cruzar un check-point, un proceso que puede durar entre 15 minutos y varias horas. Y es que de los cerca de 600 check-points que separan Palestina e Israel, no todos son iguales.
Uno de los más amables es, sin duda, el que da acceso a Belén, ciudad visitada cada día por miles de turistas. Éstos, acaso ajenos al conflicto que mina la vida de israelíes y palestinos, se montan en sus autocares y se dirigen a la Iglesia de la Natividad. Cruzan así el check-point más amable que hay en el país. Un gran cartel los despide de Israel recordando que Israel wants peace. No lo dudo, aunque me pregunto qué tipo de paz.
Menos amable es el paso de Qalandia, que separa Jerusalén de Ramala, la actual sede de la Administración Nacional Palestina. La entrada en territorio árabe no es difícil. Se entra y ya está. ¿A quién importa quien entra en ese pedregal? Salir ya es más complicado, sobre todo si no tienes un pasaporte internacional. En ese caso, no tienes ni que cruzar los controles de rigor. En Qalandia, sin embargo, es interesante hacerse el palestino y ver cómo hay unas frías salas de espera al aire libre que recuerdan a las estaciones de tren de pueblos remotos en una España idem. Choca entrar en una especie de jaula en la que hay que hacer una fila de uno para esperar que un rodillo te deje pasar. Tras atravesar este primer escollo, se llega a otra salita, cubierta pero sin paredes, en la que otra puerta giratoria evita que mucha gente se agolpe en lo que es el check-point propiamente. Este no es más que un arco detector de metales y una cinta en la que poner tus enseres. Nada que no hayamos visto mil veces en un aeropuerto. Allí, sin embargo, puedes encontrarte dos chicas soldado israelíes que, desde una urna de cristal, preguntan al atónito caminante de dónde narices sale ese pasaporte rojo. Tras un par o tres de gritos aceptan que Spain es una respuesta que no merece mayor atención. Un ladeo de cabeza invita a cruzar la frontera y olvidarse de tan malas pulgas. Siendo palestino el escrutinio es mucho más acentuado.
Los check-point están en el Muro que está levantando unilateralmente para segregar Palestina de Palestina y separar Palestina de Israel. El muro sigue en paralelo la Green Line, fruto de la guerra de 1967. En paralelo, sí, pero unos metros dentro de territorio palestino, despedazando así un 12% de tierra. Además, la traza del muro no es exclusivamente paralela a la frontera antes mencionada. Si sus constructores consideraron que había una buena tierra de cultivo en el otro lado, sin ningún miramiento rodean dicho campo, usurpando para sí una tierra ajena. Así, sin más.
Las repercusiones del muro en la vida palestina son muchas: una de las básicas, sin duda, es el ahogamiento de la economía palestina, ya sea por imposibilidad de importar como por incapacidad de sus residentes de ir a trabajar al país vecino.

1) y 2) Muro que separa Israel de Palestina. En algunos tramos alcanza los ocho metros de altura .
Foto: E.T.


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De reojo: Dado el aluvión de tareas académicas que este Caminante debe afrontar, quizás esta bitácora ralentiza un poco su ritmo de actualizaciones, aunque no el tono de las mismas.

6 comentarios:

Josep dijo...

El dia que la autentica democràcia, la cultura, la educació i la informació lliure, entre en el si dels EE UU possiblement “el conflicto de oriente medio” entrarà en vies de solució.

Colectivo GZ-Israel dijo...

Cierto que es duro. Todos los muros, vallados, cercas lo son. Pero me pregunto, ¿Por qué hay un muro? Eso sin entrar a valorar si la palabra "muro" es la apropiada cuando la gran parte de su extensión es un vallado. Pero insisto, ¿Por qué hay un "muro"?

Colectivo GZ-Israel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
miquelet dijo...

Si Israel no fuera Israel y se llamara Cuba, Venezuela, Bolivia o Irán, George W. Bush y el resto de los adalides de la libertad ya tendrían la boca seca de tanto hablar de este atropello contra Palestina y también tendrían sus particulares fuegos artificiales estallando por todo el país.

Salud.

J. dijo...

Durante años, la ANP no hizo nada por detener (más bien al contrario) la ola de atentados terroristas que sembró el pánico por Israel. Y no recuerdo ningunha asociación pro-derechos humanos quejándose entonces. Si la valla (muro solo es el 3% del total) causa un perjuício a la sociedada palestina, mejor hubiesen hecho sus gobernantes en atajar las causas que motivaron su necesidad, en lugar de alentarlas. Es fácil lamentar las condiciones en las que viven los palestinos, pero lo realmente útil sería hacerlos responsables de sus actos. Pretender que el muro es una especie de capricho confiscatorio y no una necesidad real de autodefensa le hace un flaco favor a que algún día en esa tierra pueda haber, cuando menos, la paz fria de la que habla a veces Shlomo Ben Ami.

En cuanto a la acusación de confiscar tierras, la propia Vanguardia ha publicado artículos de Henrique Cymerman en los que se recojen victorias judiciales de campesinos palestinos cuando han demostrado que la defensa estaba asegurada sin necesidad de estas o aquellas tierras. En ese caso, la trayectoria se ha modificado para ceñirse a la legalidad.

Anónimo dijo...

Si lo que Israel pretendiera con el muro/valla es anexionarse territorios lo más lógico sería construirlo más allá, ganando tierra y no sobre la linea verde. Efectivamente el meollo de la cuestión es el por qué del muro. Solo un dato, en poco más de 2/3 años el terrorismo palestino causó más muertes que ETA desde que atentara contra el tal Melitón Manzano en 1958. Y cuando autobuses (incluído escolares) restaurantes, centros comerciales, hospitales, etc... vuelan por los aires casi a diario es la obligación inexusable de cualquer estado la de protejer a sus ciudadanos. Incluso con un muro. Decir lo contrario desde nuestros cómodos cafés es simplemente demagoxia.