viernes, 8 de febrero de 2008

No fue la economía, estúpido

La primera víctima del ‘supermartes’ ha sido Mitt Romney. Ex Gobernador de Massachussets, Romney ha disputado una campaña millonaria, con un coste de 95 millones de dólares, de los que 40 han salido de su bolsillo. Esto demuestra, ya se ve, que Romney tiene mucho dinero. La fortuna de este hombre viene en parte se su trabajo como máximo ejecutivo de la consultora Bain & Company y por co-fundar Bain Capital, una firma privada de inversión de equidad. Asimismo, cabe destacar una transparente gestión al frente del comité organizador de los JJOO de Salt Lake City en la que puso fin a los escándalos de corrupción.

Pero un presidente de EE.UU. no es sólo un gestor eficiente, ni el imperio es una empresa. En la figura del máximo mandatario estadounidense juega un papel muy importante la religión, hasta el punto que un 61% de los americanos del norte no votarían a un comandante en jefe que no creyese en Dios. Sin embargo, de ahí a votar a un mormón va un trecho y esto ha sido, a mi parecer, uno de los factores que ha apartado a Romney de la Casa Blanca. En EE.UU. hay sólo un 2% de mormones. Encuestas recientes indican, además, que entre un 25 y un 33% de la población nunca votaría por una persona de este credo. Para paliar esto, Romney citó en un discurso a John F. Kennedy (católico) que en 1960 abogó por no dejar de lado a ningún candidato por su religión. Sin embargo, el propio Romney no ha podido mantener la postura que él mismo postulaba y acudió raudo al funeral del fundador de la iglesia mormona. Una muestra de religiosidad que buscaba detener el auge de Mike Huckabee, el candidato de los evangelistas (los que dieron la victoria a Bush en 2004). Estos cambios de dirección han sido fuentes de críticas al candidato mormón, hasta el punto de haber acusado de ser un flip-flop, término americano para designar al candidato veleta, que cambia sus convicciones según sople el viento. En EE.UU. eso es casi tan grave como que te llamen afrancesado.

Pese a todo, para mi Romney era un buen candidato. Lo sería más si la frase que le espetó Bill Clinton a Bush padre en 1992, aquella de “Es la economía, estúpido”, hubiese sido trasladada a estas primarias, cosa que no ha pasado. Pero parece que no, que los americanos siguen emperrados en que presidente sea el héroe que les proteja. En este sentido, John McCain, abuelo venerable, veterano de guerra, educado en la Academia Naval de EE.UU. es el mejor candidato. O quizás los republicanos han visto que con su moderación y su perfil de republicano clásico es el mejor candidato para parar el 4 de noviembre el tsunami Obama o el huracán Clinton.

Ap Photo / LM Otero
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De reojo: Me gusta ver que Pau Gasol debutó con buen pie en los Lakers. Pero hay algo que me inquieta: la gran estrella del equipo, Kobe Bryant, sólo hizo 6 puntos, su peor registro en años. Esperemos que sea sólo un mal partido del crack y que no tenga nada que ver con la irrupción de Gasol. No sería bueno para el catalán verse inmerso en un lucha cainita de celos. Y es que Bryant ya sabe de qué va el asunto de cuando coincidió en el equipo angelino con Shaquille O’Neal.

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