El Tratado de Lisboa, firmado el pasado 13 de diciembre, recoge en esencia lo que marcaba la fallida Constitución pero se proyecta de un modo distinto. Uno de los elementos más destacados de este nuevo Tratado que reforma los anteriores, sin llegar a anularlos, es que el himno o bandera de la UE no son de uso obligatorio. Puede parecer una estupidez, pero el hecho que no haya banderas ni himnos puede ayudar a calmar a muchos países, temerosos de perder su identidad. Un miedo que agudiza la palabra ‘Constitución’. Esto ayudará, además, a que otros países puedan superar sus reticencias a ingresar en la UE.
Dicho esto, pienso que uno de los objetivos más importantes que persigue el TL es potenciar el ‘check and balance’ dentro de la UE. Es aquí donde me parece muy interesante el aumento de poder del Parlamento, con los nuevos sistemas de votaciones para apoyar o vetar una medida, y la aplicación de la co-decisión como medida ordinaria de toma de decisiones. De este modo, cualquier medida impulsada por la Comisión o por el Consejo Europeo tendrá que ser aceptada y revisada por dicha Cámara.
Por otro lado, veo primordial la creación de dos figuras básicas como son la del Presidente del Consejo Europeo y la potenciación del papel de Mr. PESC. Una vez, el presidente ruso, Vladimir Putin, se quejó de que siempre que negocia con la UE se encuentra a un interlocutor distinto. Estos dos nuevos cargos acabarán con esta confusión. En paralelo a esto, considero muy importante que la UE tenga personalidad jurídica propia, con la que podrá convertirse en actor internacional ‘de facto’. El proceso de integración europeo mantuvo una relación causa-efecto con muchos sucesos históricos. El más sonado momento histórico reciente ha sido sin duda el 11-S, al que la UE no había respondido aún. El nuevo cargo y la nueva condición de la Unión harán posible que Bruselas haga oír más su voz en el ámbito internacional, no sólo de cara a la prevención y/o resolución de conflictos sino en el terreno económico (sobretodo por el auge de países en desarrollo, con China a la cabeza). En definitiva, que la UE sea actor activo de la ingente globalización.
Se ha escrito mucho sobre sí el nuevo TL acerca más la UE a los ciudadanos. Mi opinión es doble. Por un lado, creo que sí, como demuestra el aumento de papel del Parlamento, así como el hecho de que con un millón de firmas (entiendo que de ciudadanos de la UE, sin importar de qué país miembro) ya se pueda obligar a la Comisión a tratar un asunto. También el reforzamiento del principio de subsidiariedad, que acercará Bruselas a lugares muy remotos. De este modo las regiones ganarán importancia y podrán perder su temor a diluirse en una Europa cada vez más integrada. Decía que mi opinión era doble porque, pese a todo, el nuevo TL evita la ratificación directa (excepto Irlanda), con lo que se aparta claramente del veredicto ciudadano (por bien que en la UE está formada por cargos elegidos democráticamente en los estados miembros). Ahí subyace, claro está, el miedo a otro 'no' sonado a la manera franco-holandesa.
Finalmente, quiero aplaudir la medida que la Carta de Derechos Humanos tenga valor jurídico vinculante para los Estados miembros. Esta es una de las señas de identidad europea y está bien resaltarla y darle más valor. Sin embargo, el hecho que Reino Unido y, sobre todo, Polonia no la hayan aceptado me disgusta. Polonia fue famosa por su falta de respeto a las minorías con el Gobierno de los Kaczynski y era un buen momento para que el Ejecutivo de Tusk hiciera un guiño definitivo a los DDHH universales.
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De reojo: Ronaldinho y Deco vuelven a causar baja. Se nota que no aceptan la suplencia ni que ya no son imprescindibles. No entiendo como una persona que lo tiene todo pueda dejarse así.
1 comentario:
Me quito el cráneo ante tal retahíla de opiniones argumentadas...
Ara entenc un xic més el coi de tractat este...
De reojo: ¿un himno da identidad? La española ahora será nueva...
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