jueves, 25 de septiembre de 2008

Los kibbutzim o la añoranza por una vida utópica

Hacia 1920 un grupo numeroso de judíos de todo el planeta empezaron a inmigrar en dirección a la entonces Palestina. Fueron en estos años cuando se empezaron a fundar los kibbutz. El de Beit Hashita, al norte del país y que recibió de bien cerca la artillería de Hezbolá en la guerra de Líbano de hace tres años, fue fundado en 1928. Ochenta años después allí se dirigió el Caminante para comprobar qué tipo de vida se vive en un kibbutz y para ver qué quedaba de aquella convivencia que tanto fascinó a miles de personas décadas atrás.

Me recibió y hospedó Zvika Dori, de 58 años y nacido en Iraq. Cuando no tenía ni dos años, él y su familia de once hermanos se trasladaron a Israel. Dori no piensa en volver al país árabe, no lo considera su país, sino sólo el lugar donde nació.

La llegada a Israel de los judíos presentes en todo el mundo, la Aliyah, es un fenómeno curioso: pese a que algunos conservan sus tradiciones de origen, caso de los ultraortodoxos centroeuropeos, muchos de ellos consideran, a mi parecer, que el lugar donde nacieron es puro accidente. Así se expresaron Lidia Jefetz y Alberto, ambos argentinos, que viven en Israel desde hace 18 y 38 años respectivamente. Judíos argentinos, marcharon de su Buenos Aires natal acusando un poco un sentimiento antisemita y buscando un lugar donde fueran uno más.

Los kibbutz ya no son lo que eran, o al menos eso pasa en la mayoría de los más de 200 kibbutzim que se extienden por todo el país. Zvika Dori me confesó en varias ocasiones su nostalgia por unos tiempos que ya han pasado. Tiempos en los que todos los habitantes del kibbutz desayunaban, almorzaban y cenaban juntos, tiempos en los que cada persona cedía la totalidad de su sueldo (fueran 1.000 o 10.000 shekels) a la comunidad y esta repartía el dinero en función de las necesidades de sus ciudadanos. Los abusos llegaron: unos pedían recibir más dinero para alimentar a sus mascotas; otros estaban hartos de compartir su salario con vecinos gandules. La privatización de muchos servicios fue otra estocada a este modelo de convivencia hijo de las ideas socialistas sionistas de personajes como Theodor Herzl.

Ahora, por ejemplo, la escuela ya no está en el centro del kibbutz ni los niños duermen en salas especiales al cuidado de un adulto que iba rotando en sus funciones. Hoy la escuela está en una localidad cercana (Beit She’han) y allí acuden los pequeños de todos los kibbutzim de los alrededores.

Pese a eso, algunos kibbutzim sí funcionan como antaño. En uno de ellos vive la pareja de Lidia. A él, la comunidad le paga el desplazamiento hasta Beit Hashita para ver a su compañera porque ésta vive a distancia. Todo un gesto que indica qué ambiente se respiraba en estos proyectos vitales israelíes.

En cualquier caso, el kibbutz y sus gentes me hizo pensar cuán extraño es este país que tanta polémica despierta. Por un lado, personas de ideas progresistas, que sólo quieren vivir en paz y que tienen en mente una idea de vida comunitaria; por otro, fanáticos religiosos dispuestos a cualquier cosa para llevar a cabo su proyecto mesiánico del Eretz Israel (Gran Israel).



1) Vista general del kibbutz de Beit Hashita
2) Un granero, antaño una de las fuentes de riqueza del kibbutz
3) Campo de algodón desde la casa de los Dori

Fotos: E.T.

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De reojo: Próximo capítulo: De cómo los judíos ultraortodoxos no hacen ni mili ni apenas pagan impuestos poniéndo así, según algunos, el futuro del estado de Israel en un brete.

8 comentarios:

miquelet dijo...

Muy curioso esto de los kibbutzim. ¿Te encontraste a alguien que hablaba el castellano sefardí? Toda una reliquia lingüística.
Otra pregunta, ¿estaban muy militarizados algunos kibbutzin? (aunque esos creo que se dan más en zonas de conflicto, donde son auténticos campamentos militares).

Salud.

Fernando Manero dijo...

Has captado muy bien la realidad de Israel y clarificado con precisión lo que representó en su momento y representa ahora la experiencia de los kibutzim. Fue una iniciativa que proyectó una imagen de Israel muy bien recibida en el mundo,en unos momentos en los que la visión comunitaria de la vida suscitaba admiración. Por lo que sé, hace tiempo que se fue debilitando hasta adquirir una dimensión casi marginal, de la que ya no se presume y apenas se habla pues no representa lo que ese pais hace y significa hoy en el mundo. Si sobrevive el modelo del kibutz, habría que felicitar a los que lo consiguen y saber cómo lo consiguen. Pero lo que importa de Israel es otra cosa. Para mí, y reconociendo su personalidad como potencia industrial e innovadora, mucho de esta imagen queda desvaido ante la construcción del muro de la vergüenza, la política de fragmentación brutal de Cisjordania, el control absoluto del agua, el incumplimiento de sus compromisos internacionales, la demolición de viviendas palestinas, la corrupción que anida en las esferas del poder y el fanatismo que, de forma privilegiada, se ha apoderado del modo de hacer política, hasta eclipsar por completo a ese sector de la sociedad israelí, que apuesta por la paz y la convivencia y que, como diria la Biblia, es relegado allí donde hay llanto y crujir de dientes. Nada justifica el terrorismo de los suicidas palestinos, como tampoco debemos olvidar lo que pasó en Yenin, en Nablús o en la Muqata de Ramallah, ni el legado de horror y muerte de Shamir, Sharon, Golda Meier y del padre de Livni. Un cordial saludo

Anónimo dijo...

Y perdida aquella utopía que levantó los kibbutz, ¿adónde se dirigen, qué buscan aquellos que pretendían una tierra mejor?

Anónimo dijo...

No todos los cambios en los kibbutz pueden ser calificados de retroceso. Por ejemplo, que los hijos convivan junto con sus padres a mi no me parece ninguna barbaridad. Y lo digo como socialista que me considero.

Enric Tomàs dijo...

@Miquelet: no encontré ningún judío que hablara sefardí o ladino. No me consta si hay kibbutzim militarizados, casi ye diría que no. Lo que si están militarizados son muchos asentamientos de Cisjordania. Allí, sus habitantes pueden ir armados hasta los dientes pese a que sus pueblos están protegidos por los soldados del Tsahal. A estos colonos los identificas porque visten de calle, como tú y como yo, pero llevan colgados un fusil.
@Fernando: tienes razón. Una de las cosas que más choca de Israel es ese contraste tan brutal entre ideas socialistas progresistas y esta retórica paranoico-militar que se da entre sus gentes.
@Txema: no sé dónde se dirigen, pero si me consta que el proceso de abandonar Israel por parte de aquellos que llegaron con la Aliyah ya ha empezado, lento pero inexorable. Me decían que tras la última guerra del Líbano, las colas de israelís ante las embajadas para obtener su segundo pasaporte (el de su país de origen) eran bien visibles. Por si las moscas, pensaba esta gente. En paralelo, mucha gente deja Jerusalén camino de Tel Aviv, donde la tensión política y el fanatismo religioso no es tan agobiante.
@Carlos: estoy contigo, hay costumbres de kibbutz bien desfasadas y que nada tienen que ver con sus supuesto progresismo.
@Todos: gracias por vuestras intervenciones.

Anónimo dijo...

Israel sin Torá no tiene razón de ser

http://www.jabadurquiza.com/

Anónimo dijo...

Hola Enric:
Valoro mucho tus intenciones al reseñar tu visita, pero creo que eres uno más de aquellos que han caído en ese relato tan bonito, cuya coincidencia con la realidad es totalmente efímera. Como tantas cosas que tienen que ver con el estado de Israel.
Soy de origen judío, he vivido en Israel muchos años, y también he vivido en un kibutz un par de ellos.
Habrá que volver a la historia, algo que cuando los historiadores (algunos, claro) israelíes hacen, se ven atacados porque la realidad no tiene nada que ver con la épica creada por el Estado.
Es verdad, el kibutz fue, quizás lo siga siendo, un fenómeno social muy particular. Pero debemos tener en cuenta varias cosas. La primera de ellas, que lo marca, es que el movimiento de los kibutzim (con mucha gente ideológicamente con buenas intenciones sociales para los judíos, por cierto), es un brazo de todo el movimiento político que da origen al estado de Israel.
La mayor parte de las tienrras en que basó su agricultura, fue ususpada a los habitantes de Palestina. Es verdad, muchos se fueron a otros sitios en 1948, inclusoa otros sitios dentro de lo que fue Israel. Pero mucha gente huyó de París, de Madrid y de Barcelona cuando fueron bombardeadas, y nadie se le ocurrió enajenarles sus propiedades como hizo Israel (no es un invento, basta recorrer las leyes decretadas en ese entonces).
Como parte de dicho proyecto, los kibutzim recibieron ingentes sumas de dinero para mantener una línea de defensas en las fronteras del país, y un sistema agrícola acorde con los intereses de los gobiernos laboristas. Es decir, la comuna vivía gracias a los dineros del estado capitalista,lo que no quita que hubieran muchos casos de éxito.
Lo mismo sucede con la educación. Hasta los años 70, los kibutzim se enorgullecían de que los mejores oficiales del ejército eran hijos de esas comunas. A mí, personalmente, me recordaba el orgullo de Esparta. En realidad, la llamada "educación común" surgió como una necesidad, porque en sus comienzos no había posibilidades de construir viviendas para todos. Entonces, todos los niños comenzaron a vivir juntos. Y luego, secomenzó a desarrollar toda una ideaología pedagógica alrededor de ello.
Con la caída del laborismo en 1977 todo se derrumbó.
Había un dicho que decía: "el compañero del kubutz trabaja como un comunista, vive como un burgués, y quiere ser millonario".
EL futuro lo dirá.
Otra observación, en algún lugar comentas algo del "socialista Hertzl". Te recomiendo que leas algo del susodicho, que era tan socialista como, por ejemplo, Aznar. Nada que ver.

Enric Tomàs dijo...

@O: En primer lugar gracias por tu comentario. Con tus apuntes, amplías mucho lo que yo dije de los kibbutzim, creando un indispensable background y, por ello, ofreciendo un nuevo punto de vista muy interesante, aunque más basado en sus inicios que su situación actual, que es lo que yo intenté describir.
Con todo, yo me desplazé al kibbutz para ver qué era aquel experimento que tanto fascinó a los europeos. No era yo por simple fe ciega ni para caer en ese relato tan bonito y utópico. Creo que en ningún momento lo escribo. Sobre Hertzl, apuntar que él dio inicio a una idea de la que derivó un proyecto de país, al margen de si fuera o no de inspiración socialista.
En cualquier caso, gracias por tu comentario.