Buen debut político el de la joven Ministra de Igualdad, Bibiana Aido, que ha presentado un teléfono de atención a los potenciales agresores para que, según ella, “canalicen su agresividad y no recurren a la violencia”. Me parece una muy buena iniciativa, aunque quedo a expensas de comprobar sus efectos una vez de aplique.
Muchos asesinatos de género son premeditados, si bien el acto en sí llega después de un conato de rabia. Al término de, por ejemplo, una discusión, el hombre piensa que llega al tope de su paciencia y mata a su mujer, en una decisión que de buen seguro se había planteado ya alguna vez. Porque estos asesinos aplican aquella máxima de muerto el perro se acaba la rabia. Es decir, muerta su pareja, se acaban sus problemas. ¡Qué falso es esto!
La mayoría de asesinos de género son cobardes, inseguros y débiles, que pretenden demostrar su hombría y su poder de la única forma que pueden, dado que el raciocinio no les sobra. De ahí que apliquen la fuerza bruta. Por eso el teléfono de prevención es buena idea, siempre y cuando el hombre acepte su debilidad, se despoje de su vergüenza, y acceda a usarlo.
Es evidente que en plena bronca nadie se tomará unos segundos, frenará y cogerá el teléfono, pero si sería bueno insistir en este número para aquéllos que han tenido pensamientos criminales con sus parejas o que se saben violentos. Al fin y al cabo, lo que este teléfono intenta es tratar a los maltratadotes no sólo como victimarios sino también como víctimas. De ellos mismos, en este caso.
Muchos asesinatos de género son premeditados, si bien el acto en sí llega después de un conato de rabia. Al término de, por ejemplo, una discusión, el hombre piensa que llega al tope de su paciencia y mata a su mujer, en una decisión que de buen seguro se había planteado ya alguna vez. Porque estos asesinos aplican aquella máxima de muerto el perro se acaba la rabia. Es decir, muerta su pareja, se acaban sus problemas. ¡Qué falso es esto!
La mayoría de asesinos de género son cobardes, inseguros y débiles, que pretenden demostrar su hombría y su poder de la única forma que pueden, dado que el raciocinio no les sobra. De ahí que apliquen la fuerza bruta. Por eso el teléfono de prevención es buena idea, siempre y cuando el hombre acepte su debilidad, se despoje de su vergüenza, y acceda a usarlo.
Es evidente que en plena bronca nadie se tomará unos segundos, frenará y cogerá el teléfono, pero si sería bueno insistir en este número para aquéllos que han tenido pensamientos criminales con sus parejas o que se saben violentos. Al fin y al cabo, lo que este teléfono intenta es tratar a los maltratadotes no sólo como victimarios sino también como víctimas. De ellos mismos, en este caso.
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De reojo: Hoy debuta España, contra Rusia. LaVanguardia.es y en particular quien firma estas líneas retransmite en (compartida) exclusiva el partido. Invitados estáis, con pase de tribuna para los lectores de este blog.
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